HECHOS 5:1-11

Algunos creyentes afirman que estamos viviendo en los días de Ananías y Safira, ya que enseñan que un hijo de Dios puede ser juzgado por Dios y puede morir por algún pecado en concreto, gracias a Dios, estos creyentes están equivocados. Veamos:

Algo muy importante que debemos entender es que Ananías y Safira NO eran creyentes, esto es algo que debe causarnos paz, ya que Dios NO va matando a sus hijos cuando fallamos, ni cuando pecamos, ni cuando caemos.

“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.”
Hechos 4:32

En este versículo vemos que los que habían creído tenían un mismo sentir y todas las cosas eran compartidas, pero unos versículos más adelante podemos leer:

“Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,”
Hechos 5:1

Está claro que este hombre juntamente con su mujer NO pertenecían al grupo de la multitud que era de un corazón y un alma, además es muy significativo que la Escritura presente a Ananías usando la expresión “cierto hombre”. Cuando en Hechos se habla de un cristiano, nunca encontramos la expresión “cierto hombre”, ejemplos:

“Había entonces en Damasco un discípulo llamado Ananías . . .”
Hechos 9:10

“Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita . . .”
Hechos 9:36

“. . . había allí cierto discípulo llamado Timoteo . . .”
Hechos 16:1

Otra cosa que vemos en este incidente es que el diablo llenó el corazón de Ananías, algo que un verdadero creyente NO experimentaría nunca.

“Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?”
Hechos 5:3

Al final de la historia encontramos unos versículos que nos dan la clave para poder ver que Ananías y Safira NO eran creyentes, veamos:

“Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. DE LOS DEMÁS, NINGUNO SE ATREVÍA A JUNTARSE CON ELLOS; mas el pueblo los alababa grandemente.”
Hechos 5:12-13

Aquí encontramos tres grupos de personas:

• La Iglesia con los apóstoles.
• Los demás que no se atrevían a juntarse con ellos.
• El Pueblo que los alababa grandemente.

Ananías y Safira no eran creyentes, querían formar parte de la Iglesia, pero no con buenas intenciones (desconocemos sus verdaderos motivos), por eso, la expresión “DE LOS DEMÁS” se refiere a otros como Ananías y Safira, pero que al ver lo que les sucedió ya NO se atrevían a juntarse con los apóstoles, ni con la Iglesia.

DOS POSIBLES INTERPRETACIONES

PRIMERA: UN INFARTO O ALGO SIMILAR

La Escritura NO nos dice que Dios matase a Ananías y Safira, por tanto, no podemos afirmar que fuese Dios quien los mató. Hace dos o tres años, un pastor confesó a su congregación que había sido infiel a su esposa y cayó muerto en ese instante, ¿Crees que Dios mató a este Pastor? Por supuesto que NO, este hombre murió de un infarto, de igual forma, Ananías y Safira pudieron también sufrir un infarto o algo similar al haber sido descubiertos.

SEGUNDA: DIOS DEFIENDE A SU PUEBLO

Dios NO está juzgando los pecados, Dios está defendiendo a Su Pueblo que está en sus primeros pasos. Yo veo aquí a Dios como un Padre defendiendo a sus hijos de lo que estuvieran tramando ese cierto hombre llamado Ananías junto con su mujer y los demás que tenían pensado unirse a la Iglesia (¿serían fariseos?), Dios es amor y su gracia es abundante, pero Dios defiende a sus hijas y a sus hijos, Ananías y Safira cayeron muertos, si su Pueblo está en peligro, creo que todo buen Padre defendería a su familia. Por tanto, este incidente no trata del juicio de Dios sobre sus hijos, trata de lo que Dios estuvo dispuesto a hacer para defender a sus hijos.

Para mí estas dos interpretaciones son viables, lo que NO es aceptable es usar esta historia para negar el Nuevo Pacto de Gracia y lo que Jesucristo hizo por nosotros.

Los que afirman que Ananías y Safira eran creyentes y que Dios les castigó, les juzgó y les mató, están afirmando que Jesús NO llevó todos nuestros pecados, ni llevó nuestro castigo.

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